11. Fe y amor coexisten vitalmente. Una fe sin amor es una fe que se va marchitando poco a poco hasta que no queda nada. La fe que se vive desde el amor es una fe viva que da vida, es alegre, enérgica, vivificante, trascendente y plena. ¡No te olvides de amar!
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10. Tu fe, si es auténtica, te lleva a abandonarte en Dios, a confiar en Él, a descansar en Él, a gozar de la vida, incluso en los momentos difíciles.
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9. En el Evangelio encontramos un centurión romano que nos da ejemplo de una fe absoluta. Era un hombre pagano, que no sabía nada de Abraham, ni de Moisés, ni de los profetas, ni del Mesías, pero mostró una fe total en Jesús: «Señor, no soy digno que entres en mi casa, di solo una palabra y mi criado sanará» (Mt 8, 8). Como si dijera, no hace falta que vengas, ni que lo veas, ni que lo toques, solo dilo de palabra y se cumplirá. Jesús quedó tan admirado de esta fe que lo alabo delante de todos los presentes. Que tú también tengas una fe plena en Jesús como el centurión.
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8. En el Evangelio de Lucas se nos narra el hecho de un padre desesperado por la curación de su hijo enfermo. Lo llevó a los Apóstoles que no pudieron ayudarle. Cuando llegó Jesús, el padre le dice: «Si puedes hacer algo, ten compasión de nosotros y ayúdanos». Jesús le responde: «¿Cómo que si puedo?… Todo es posible para el que tiene fe». El padre exclamó inmediatamente: «¡Creo, ayuda mi poca fe!» (Mc 9, 22-24). Una bonita oración para que la digamos, tú y yo, a menudo.
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7. La fe nos lleva a vivir como lo que realmente somos: Hijos e hijas de Dios, herederos de la Gloria del Cielo, juntamente con Cristo (Rom 8, 17).
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6. Qué llamativa la escena en la que vemos a los apóstoles reunidos alrededor de Jesús escuchando sus enseñanzas y al final, con la sencillez de unos hombres que reconocen su pequeñez, dicen a Jesús: «Auméntanos la fe» (Lc 17, 5). ¿No necesitamos, también nosotros, repetir a menudo esta oración?
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5. Por la fe caminamos con seguridad hacia la morada de Dios con los hombres. Él mismo estará con nosotros. Enjugará toda lágrima de nuestros ojos, no existirá el sufrimiento, ni el llanto, ni la muerte. Las cosas de antes habrán pasado para siempre. Todo será nuevo (Ap 21).
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4. Por la fe descubrimos la mano amorosa de nuestra Padre en toda la creación: en las estrellas que brillan en la noche, en la inmensidad del océano i en todas las criaturas que lo habitan, en las montañas y los bosques, en la tierra fértil y en sus frutos y flores.
Por la fe podemos apreciar la belleza divina que existe en cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios.
Por la fe conocemos a Jesucristo, Hijo de Dios, y le amamos.
Por la fe el Espíritu Santo habita lo más íntimo de nuestro corazón y nos va transformando y divinizando con su gracia.
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3. La fe es el camino hacia el TODO, PARA SIEMPRE.
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2. La fe no tiene nada que ver con la inteligencia o con saber muchas cosas, sino con la apertura sencilla a Dios desde el fondo de tu corazón.
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1. Dice Jesús: «Si tuvierais fe como un grano de mostaza…» (Mt 17, 20).